November 12, 2007

Campanas en la literatura y el cine

Tan antiguas como China o Egipto, las campanas se usan de modo diversísimo: para no perder el ganado, para convocar a la feligresía, para iniciar una guerra de independencia, para que Proust pueda llamar a su servicio doméstico... Los rusos han desarrollado incluso la campanología.

El capítulo "Victoria y Gabriel" de Al filo del agua, de Agustín Yáñez, contiene las mejores páginas que haya leído sobre las campanas. Para Gabriel, la campana es metáfora de Victoria; para ella, lo es de él; para el lector, lo es del amor imposible de esa pareja:
La Muerte misma -¡qué angustiosa!- que angustiosa disloca el esqueleto de los días, minuto a minuto, a segundos descoyuntados, como dicen que lo hace también el Amor. Así las angustias cuando se ignora el mal que tiene postrado al paciente, transcurren las hipótesis de los médicos, el daño se agrava, se frustran todos los recursos, el enfermo es llevado a ciegas y a locas, desesperadamente. Dicen que el Amor es también como la Muerte. ¿Será ésta o el otro quien descoyunta el pulso de Gabriel? ¿Ésta o el otro hace florecer la fiebre? ¿Amor o Muerte marchita el ánimo? Dicen que Amor es género de Muerte. ¡Cuán extraño latido el alterado latir de las campanas, cada día más sensible: alucinadas en rebato sin tino; presas luego de mortal decaimiento! Campanas de aleluya en toques de ánimas. Campanas que languidecen a tiempo de repicar.
- Gabriel está jugando con las campanas, dicen las gentes en el encierro de patios y recámaras.
Pero ya son muchos días. Eso no puede ser diversión. Entonces dicen las gentes, al encontrarse por las calles:
- ¿Qué le sucede a Gabriel?
El desconcierto de las campanas comienza a ser intolerable.
- Gabriel, dicen las gentes en la plaza, está burlándose del pueblo.
Al llamar una tarde para la conferencia de las Hijas de María, las campanas doblan. Desvanecido el equívoco, revienta la indignación:
- Gabriel está burlándose de nuestras tradiciones.
Otro día el toque de las ocho de la noche parece repique de posadas.
- Gabriel está burlándose de nuestros muertos.
O se ahogan las esquilas por la prisa con que se las volteaba, y las campanas por el frenesí de los badajos, o sonaban tan desabridamente, con tan exasperante, desacordada lentitud de relojes a los que les falta cuerda.
- Qué: ¿Gabriel también se ha vuelto loco?
Fueron ocho, doce días desasosegados.
- ¡Esto es inaudito!
Descompuesto el ritmo de las campanas, todo el pueblo marchaba mal. Pensamientos, comunes pasos alterados. General inquietud.
- ¡Es el colmo!
Ya no se podía trabajar y, menos, rezar. Ya no se podía estar a solas. Se dejaba sentir la gravedad del encierro. Se reparaba en la tisteza, en los anhelos contenidos, a la manera como se repara en la propia respiración, en la sístole y diástole del propio corazón.
- Esto no puede seguir así.
Fueron doce días desajustados. El Señor Cura se rindió al clamor general nacido en la clausura de casas y conciencias; hubo de rendirse a la propia evidencia, y relevó a Gabriel.
¡Qué vulgares, qué sordas tocaron las campanas en manos filisteas! Lo prefirió la mayoría, rencorosa, inolvidando el desacato. La minoría se rebelaba: era preferible oír gritos de vesania, con acentos de vida, que no muertos tañidos, mecánicos. La minoría los rechazaba. Eran insoportables a las orejas de cristal. Fueron insoportables para Victoria, tan insoportables, que la expulsaron del pueblo antes de lo que la dama proyectara. Y nadie supo la causa de su repentina retirada, sólo entrevista por algunos que tuvieron la malicia de conciliar la marcha de la señora con el asalto inesperado de la torre, por parte de Gabriel, quien dobló las campanas tan tremendamente, que muchos lloraron como en calamidad pública, como si vivieran el día del juicio, que no de otra manera, entonces, geminarán, se desbaratarán, se quebrarán los bronces del mundo.
Inmediatamente recordé esa extraordinaria escena final de Andrei Rublev, de Tarkovsky.

Fragmento de la fundición de la campana:



Fragmento del levantamiento de la campana, que no tiene nada que ver con aquella apoteósica, por hollywoodesca, de 1492:



4 comments:

dilettantus in interrete said...

Danke!

Und ich darf noch ein Glöcklein ergänzen:
http://heiligenbildchen.blogspot.com/2007/11/fr-die-glockenfreunde-nehmt-das.html

Roberto Rivadeneyra said...

Además, dicen que las vibraciones de las campanas ayudan a equilibrar las emociones. Particularmente, me relaja escuchar a las campanas sonar.

Muy buen texto el de Agustín.

Anonymous said...

Primo, te mando algo más de campanas.
Saludos desde AC.

Anonymous said...

creo que no puse la liga:
http://www.historisches-wuerttemberg.de/kultur/dichter/schiller/glocke.htm

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